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Mientras herían, quedé yo solo y caí sobre mi rostro(A); clamé y dije: «¡Ah, Señor Dios! ¿Destruirás a todo el remanente de Israel derramando Tu furor sobre Jerusalén(B)?».

Entonces el Señor me respondió: «La iniquidad de la casa de Israel y de Judá es grande en extremo, la tierra está llena de sangre y la ciudad está llena de perversión(C); porque dicen: “El Señor ha abandonado la tierra, el Señor nada ve(D)”. 10 Pero en cuanto a Mí, tampoco Mi ojo tendrá piedad, ni Yo perdonaré(E), sino que haré recaer su conducta sobre sus cabezas(F)».

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